lunes, 4 de mayo de 2015

Estrategias y programas de intervención en la depresión adolescente.


La depresión en la adolescencia suele ser un poco encubierta por los cambios de humor propios de esa edad, por lo que debe ser analizada cuidadosamente la “patología” ya que de no ser tratada oportunamente  puede afectar significativamente la siguiente etapa de vida desde el perfil profesional, afectivo y la proyección de los años siguientes (Nardi, 2004).

En su tratamiento es básico considerar tanto la intensidad del trastorno como los niveles de déficits e inadecuación en los aspectos evaluados que se consideran asociados a la depresión padecida. Para saber que tratamiento se aplicará primero se deben conocer los aspectos que generan mayor interferencia o malestar psicológico (García & Rodríguez, 1998).

Algunos de los enfoques tradicionales para la depresión en adolescentes resultan insatisfactorios tanto en el plano nosológico como en el terapéutico pues no están correctamente calibrados para la dinámica evolutiva compleja típica que presenta el sujeto. Además este padecimiento se caracteriza por una gran variabilidad clínica y su respuesta a los tratamientos psicofarmacológicos no es satisfactoria tampoco.  Tomando en cuenta estas consideraciones y una revisión comparativa de estudios recientes, se evidencia que los protocolos de intervención  que resultan más eficaces son los de terapias cognitivas únicamente, o apoyadas en farmacoterapia específica. En base a lo anterior, es recomendado el uso de un enfoque cognitivo de tipo procesal sistémico para diagnosticar y tratar la depresión adolescente, pues éste permite una lectura de los problemas psico-comportamentales en el terreno de específicas organizaciones de significado personal, mostrando los peculiares estilos cognitivos y emocionales estructurados y definidos en cada individuo durante la etapa adolescente a través de modalidades subjetivas de asimilación de la experiencia a partir de la relación de apego determinando el incremento progresivo de la complejidad interna (Nardi, 2004).

Por lo anterior, la psicoterapia cognitiva sistémico procesal permite un acercamiento útil  a la depresión adolescente cuando se tiene en cuenta para ello la específica organización del significado personal pues ahí se gestionan los patrones de negatividad. A través de ella las experiencias  en el pasado, presente y futuro vividas bajo el perfil emocional se pueden entender desde diversos ángulos y a través de nuevos instrumentos cognoscitivos con una mayor y dúctil focalización del mundo interno y externo logrando liberar recursos y potencialidades que la depresión había bloqueado y reprimido. Así la psicoterapia  puede resolver el trastorno del humor en forma de un proceso madurativo ayudando a obtener una nueva visión de la realidad (Nardi, 2004).

Es importante señalar que la depresión es una condición cuyos resultados dependen  de la alianza tanto del paciente como del profesionista o equipo de salud comprometido con el tratamiento, donde no sólo basta un adecuado diagnóstico y tratamiento, también son de importancia los factores exógenos que intervienen en la evolución del estado depresivo. Según estudios realizados se ha visto que es más importante la frecuencia y variedad en la interacción con el equipo de salud para el beneficio del paciente y los aspectos de finalidad y duración de dichas visitas no son tan relevantes (Berbesi, Segura & Torres, 2010).

En las últimas décadas se han presentado cambios en los entornos sociales, económicos y políticos lo que trae como consecuencia un impacto en el ámbito de la salud mental. Debido a ello se vuelve indispensable analizar la efectividad y eficacia de los servicios y modelos de intervención. Se deben desarrollar modelos tanto de prevención como de tratamiento en base a la población a la cual se aplicarán, y adaptar y evaluar los ya establecidos en su caso. Los modelos que se desarrollen deben tener en cuenta las características sociales y culturales de la sociedad a la que van dirigidos para que su intervención sea de eficacia.  

Cuando se habla de modelos de intervención en la depresión en los adolescentes, es importante tomar en cuenta los antecedentes que se tienen de los factores que evitan las influencias negativas (factores protectores),  uno de carácter individual, muy importante es la autoestima; es importante que en las intervenciones dirigidas a los adolescentes se acentúe la importancia de proveer o reforzar este factor, pudiendo hacerlo a través de programas que se enfoquen a mejorar la autoestima y la autoeficacia, puede optarse por un modelo de intervención psicoeducativo. También los resultados de variados estudios han demostrado que  las intervenciones psicosociales de tipo cognitivo-conductual son eficaces en la disminución de la sintomatología depresiva en adolescentes (Vera, Roselló & Toro-Alfonso).

Es un desafío para la investigación  identificar los factores de mayor relevancia para desarrollar  las formas de intervención, está en continuo trabajo para poder alcanzar la meta: La mayor eficacia en las intervenciones.

 

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